Al llegar, nos encontramos un espacio infrautilizado, pero con una excelente orientación y condiciones para convertirse en el corazón de la casa durante los meses cálidos y constituir un buen fondo para las vistas desde la vivienda todo el año.
Entre las necesidades de la familia, estaba la construcción de una piscina, cuyas dimensiones contuvimos al máximo de común acuerdo, para que no acaparara el espacio disponible para los otros elementos del proyecto y se aprovechara, de paso, la mayor insolación de una de las esquinas de la parcela. Al diseñar un jardín con piscina tratamos de integrarla al máximo en el esquema de la vivienda y del resto del jardín, habilitando zonas para disfrutar de algo más que el baño junto a ella.
Además, era importante incluir un huerto y una zona para la relajación y la práctica del yoga, entarimada con el fin de que pueda usarse también en los meses más fríos. Finalmente, las comidas familiares demandaban un patio generoso, en el que se pudieran proyectar películas por la noche y organizar reuniones sin problemas de espacio, así que construimos un solado presidido por un gran banco de corte minimalista, pero muy cálido y que es, junto a los ejemplares de Arce Japonica, el protagonista del jardín.
Hemos utilizado cortavientos de madera en varias zonas para ocultar elementos no deseados, y mejorado el acceso a la vivienda, siguiendo la paleta de color de todo el jardín: madera, acero corten y beige… y gris oscuro en el vaso de la piscina, una decisión valiente de la propiedad que le da a la piscina un aire más sereno y elegante.
Los accesos también se han acondicionado, así como un pequeño patio con una orientación muy soleada en la zona delantera, que ahora es un fantástico comedor junto a la cocina.
Hace unos días, lo propietarios nos comentaban que este proyecto de jardín «les ha cambiado la vida». Quizá es uno de los mejores cumplidos que nos hayan hecho nunca.