En este pequeño jardín, que presentaba una relativa pendiente, hemos preferido generar dos niveles para dar profundidad y dos zonas de uso bien diferenciadas. Arriba los mayores pueden disfrutar del porche, el entarimado y una fuente espectacular que enmarca las vistas generales. Mientras que los pequeños tienen abajo una pequeña pradera de césped artificial sombreada por cuatro tilos plantados con una envergadura suficiente para dar sombra al césped cuanto antes.
La fuente es el elemento ornamental protagonista: en reposo funciona como un espejo del fantástico horizonte a suroeste de que disfruta la parcela; con los sistemas de bombeo activados, los surtidores con boquilla aguanieve proporcionan un punto de interés siempre cambiante y relajante; de noche, los sistemas de iluminación subacuática inundan el jardín de suaves reflejos. Gracias a sus sistemas de filtración biológica y lámpara UV puede convertirse en un pequeño ecosistema lleno de interés para todos, con peces y plantas acuáticas.
El mobiliario en fibra de la zona de tarima permite disfrutar del Sol fuera de los meses de más calor y sacar partido al jardín durante todo el año.
El trabajo de celosías ha sido también una de las claves del proyecto, permitiendo ocultar parte del vallado metálico y la puerta de acceso a las zonas comunitarias, y enmarcar los puntos de interés del jardín. El resto del vallado irá cubriéndose paulatinamente con trepadoras y un potente macizo de photinia.
La plantación del jardín es cálida, con un punto exótico, pero resistente al clima del centro. La combinación de Photinia, phormium y carex cobrizos nos ha dado un resultado particularmente interesante.